viernes, 30 de marzo de 2012

Los cuentos mágicos (relatos) ACTO VIII

 ACTO VIII
  • Es cierto que existen personas con una percepción especial y una cierta predisposición innata al contacto con los espíritus.
  • Y también es frecuente que algunas personas caigan en un trance aparente llevados por la autosugestión derivada del ambiente, el alcohool, la música,...
  • Me temo que lo que hoy hemos presenciado no tenía nada que ver con la autosugestión amigo Alejandro.
  • Más bien muy poco, querido Pierrre, tu lo sabes muy bien. En vuestras sociedades hay , a menudo, gente que coquetea inconscientemente con el mundo de los espíritus en rituales sin rigor que, en busca de fantasías y juegos , abren una peligrosa puerta al más allá.
  • Cierto , hay gente cuyo planteamiento no va más allá de justificar una pura orgía sexual por divertimento en busca de sensaciones nuevas pero también sabes Hantouk que en el caso de Samntha y mio no es eso lo que nos mueve a convivir con estas creencias y sus ceremonias.
  • Pero entconces,... ¿es cierto que se llega a la práctica del sexo en estas ceremonias?
La voz de Paloma saliendo de su ensimismamiento había sonado en una mezcla de perplejidad y curiosidad.
  • En el Vudú, no es frecuente el acto en si , solo se simboliza en una especie de representación a través de la danza y de los movimientos con el fin de llamar a los espíritus aunque, ocasionalmente, al no existir un ritual prefijado ni guiones, algunos intervinientes se pueden ver inmersos en un juego más apasionado.
  • Sin embargo en ciertos rituales mágicos de otro tipo, no buscamos la comunicación con los espíritus sino una comunión global con la naturaleza.
  • Vamos Pierre!!, algo mucho más Hippie ¿no?, Ja,ja, ja,ja
La intervención de Alejandro , como era habitual, había arrancado una carcajada casi general ayudándonos a todos a liberar una cierta tensión acumulada y , sin embargo, su mirada huidiza hacia los ojos de Paloma me había hecho presentir lo que para ellos parecía ser una situación algo incómoda.
Había notado ese comportamiento en ocasiones en algunas parejas en cenas y reuniones. Nuestra forma de vivir el sexo, casi desde el principio de nuestra relación de manera liberal ,nos hacía estar en un equilibrio permanente entre dos mundos, uno transparente y otro oculto, donde a veces te parece descubrir pinceladas de uno en el otro, pinceladas impresionistas que te hacen presentir numerosas coincidencias con alguna gente que, por el momento y lugar, no es oportuno exponer ni descubrir.
Miré descuidadamente el reloj en mi muñeca... ya hacía una media hora que Tatine había subido para la habitación y se acercaba la hora de comer y reponer las fuerzas.
  • Iré a ver si Gloria está en disposición de incorporarse ya.
Subí la escalera despacio, recordando detenidamente el rostro de Gloria en la almohada. Habíamos vivido ya muchas cosas juntos, toda una vida en tan solo cinco años que nos había llevado a numerosas experiencias intensas en todos los aspectos y , sin embargo, esa mezcla de sexualidad con lo desconocido y con la magia que pocas horas antes había vivido era algo que difícilmente podía todavía asimilar ni encuadrar.
Recorrí el pasillo recordando su cuerpo tenso y arqueado sostenido por los fuertes brazos de Hantouk mientras Tatine parecía retener su alma con las manos y respirarla en su sexo.
Abrí la puerta. Ahí estaba ella , sobre la cama, dulcemente dormida. Tatine la observaba con una expresión dulce en sus inmensos ojos , ensimismado en su rostro como quien contempla a una Diosa.
Sentado en una butaca , junto a la cama, sostenía suavemente su mano tan abstraido que no se dio cuenta de mi llegada.
Me senté junto a ella sobre la cama e inclinándome besé en un leve roce su mejilla.
Todavía en un sueño se giró hacia mi estirando su cuerpo en ese gesto felino tan sensual que tiene el despertar de las mujeres y alargando sus brazos sobre mi cuello me besó largamente.
Las sábanas se habían desprendido de su cuerpo y su torso desnudo destacaba en su blanca piel entre mis brazos.
Nuestros ojos se cruzaron y con ellos los de Tatine en una profunda mirada agradecida entre todos.
  • Si les parece bajaré a comunicar a los demás que les esperen para comer.
  • Gracias Tatine. Estaremos abajo en unos minutos.

Los cuentos mágicos (relatos) ACTO VII

 ACTO VII
La sombras de los árboles parecían mezclarse hasta fundirse en un abrazo con los cuerpos, creando formas confusas que , a la vista, llenaban las retinas de un erotismo inusual.
La confusión de gemidos y suspiros con el tenue susurrar de las hojas y el siseo y restallido de las ramas,,,, los perfumes de la noche en el aire, del musgo y de la savia, del mar y de los rincones más escondidos de los cuerpos,...
Todo a nuestro al rededor nos envolvía acentuando, hasta extremos indescriptibles, la sensibilidad de cada roce, de cada beso, de cada caricia,... en una singular experiencia de los sentidos en que la expresión de uno solo se fundía en los demás incrementando su ser y su esencia y adquiriendo las notas más exquisitas de los otros para conformar un nuevo sentido especial que nos rociaba con sus singulares perfumes, sonidos y fragancias, convirtiendo nuestra piel en un alma erizada de sensaciones infinitas.
Sentía el sexo fluir a nuestro alrededor como un río que todo lo inundaba y que hacía palpitar el mio propio de una forma ardiente entre los muslos de aquella mujer espectacular.
Una imponente sombra se acercaba por detrás de Gloria proyectándose sobre su espalda. Las Grandes manos de Alejandro agarraron sus caderas mientras comenzaba a acariciar su sexo contra los húmedos labios vaginales . La punta de su glande jugaba entre la suavidad de su carne estimulando las zonas de placer más expuestas, hinchando sus venas en una erección casi pétrea.
Gloria separó ligeramente las piernas para exponer así más abierto su placer mientras las manos de Alejandro aferraban fuertemente las nalgas permitiendo a sus ojos contemplar el espectáculo de su culo abierto y jugoso.
Pude sentir como la penetraba Alejandro.
Lo sentí en su rostro , en la tensión de sus piernas, en su boca entreabierta que abandonaba por momentos el juguete del joven en sus labios, en su gemido sordo de placer. Lo sentí varias veces pues , Alejandro, jugaba ahora con su sexo penetrándola y sacándolo completamente una y otra vez, haciéndole sentir cada embestida de una forma más profunda e intensa.
Samantha también lo sentía ahora pues mis embestidas se contagiaban del sentimiento de Gloria y mi ritmo se acoplaba al suyo, y el joven lo sentía al tiempo ya que la boca de ella succionaba, con pasión, casi dolorosa, su miembro, mientras las manos de Gloria apretaban y acariciaban firmemente su culo y sus testículos.
Como en una orquesta de cámara los cinco compartíamos los sonidos de los otros, sus caricias y sus ritmos creando una sola armonía de gemidos , de gritos y de placer que invadía cada rincón del bosque mezclándose en la gran orquesta de los cuerpos infinitos que se entregaban al deseo.
Mis manos sujetaban los tobillos de Gloria sintiendo su estremecimiento y su tensión mientras escuchaba el potente golpear del pubis de Alejandro contra sus nalgas. Mi cuerpo se estremecía en convulsiones aguantando la explosión del cuerpo de Samantha mientras veía y sentía como el joven , no aguantando ya más, reventaba en su boca con un rugido inconfundible mientras sus brazos sujetaban los de Gloria y los dedos de ambos se clavaban en sus antebrazos en profundas uñas que marcaban la pasión en la piel.
Los orgasmos de Gloria se iban sucediendo en uno casi continuo desde que la poya de Alejandro entrara definitivamente en su apretada vagina mientras Samantha se estremecía con su boca inundada de la blanca leche y el sacudir de mi miembro que ahora , al igual que Alejandro , reventaba también en una explosión ya incontenible.
Los gemidos dejaban progresivamente paso a los jadeos y a una gratificante risa de satisfacción arropada ahora por las suaves caricias y el abrazo común de los cuerpos.
La invitación de Pierre no nos había pillado por sorpresa a ninguno.
Tras nuestro viaje y las experiencias en Haiti Pierre y Samantha se habían manifestado claramente no solo como unos perfectos conocedores de determinados rituales esotéricos, sino como partícipes habituales en cierto tipo de “asociaciones secretas” que se inscribían en lo que ellos llamaban un “ocultismo blanco”.
Cuando Tatine y yo nos incorporamos al grupo este ocupaba ya unos deliciosos sillones estilo colonial en la terraza del hotel. Ni siquiera el Vermú rojo que degustaba a pequeños sorbos había conseguido aún borrar esa palidez producto de la impresión que se reflejaba en el semblante de Paloma.
El viaje se había hecho tan largo como la misma noche y , sin embargo, ninguno teníamos ni el deseo ni la necesidad de arrojarnos al sueño sino , más bien, de recomponer los ánimos con un aperitivo que sentase nuestros confusos cuerpos.
Mientras Hantouk hablaba, la mirada perdida de Samantha y el gesto de sus brazos, como si todavía se hallase acurrucando a Gloria en su seno, hacían entender claramente que su mente se encontraba sino en otros lugares si en otros momentos.
Pedí un martini con vodka al camarero mientras cogía distraídamente una de las ostras que había sobre la pequeña mesa.
La voz de Hantouk se dejaba escuchar en un susurro grave mientras explicaba detenídamente, lo extraño del acontecimiento y que en sus años como Hugan, jamás había visto a ningún espíritu elegir a un no iniciado para su comunicación.
Pierre y Alejendro parecían escuchar con seriedad y atención sus explicaciones sobre la delicada situación que se había vivido ya que Erzulie había irrumpido de una forma violenta manifestando claramente su lado petro más violento y oscuro.
La conversación y el tiempo transcurrían en un murmullo ahora en mi cabeza mientras mi mente vagaba entre viejos recuerdos que casi había olvidado.
  • Creo que va siendo ya hora de que almorcemos algo. Si me lo permite subiré a ver como se encuentra su esposa..., sería conveniente que comiese algo.
  • Vaya usted Tatine..., vaya..., se lo agradezco, yo subiré en seguida para ayudarla, aún necesito despejar algo mi cabeza.
La mano de Tatine se apoyó en mi antebrazo en un gesto de familiar confianza y mi mirada le siguió mientras cruzaba el amplio salón hasta perderle en la escalera que conducía al piso de las habitaciones.

Los cuentos mágicos (relatos) ACTO VI

 ACTO VI
La furgoneta , una vieja Volkswaguen Caravelle a la que solo le faltaban las marguaritas y el símbolo de la paz pintados para habernos trasladado a los años 60, renqueaba por un estrecho camino polvoriento flanqueado por árboles tropicales y arbustos de flores vivas y singulares que esparcían su aroma impregnando el aire de intensos perfumes que se mezclaban en una cálida armonía con el húmedo ambiente.
Tatine, un negro joven de cuerpo moldeado por el trabajo físico, conducía casi al descuido entre las curvas que parecía conocer casi tan bien como la cocina de su restaurante.
El viaje no duró más de quince minutos desde la puerta del establecimiento hasta un pequeño claro en el bosque tropical tan cerca de la playa, que el humo de las hogueras y el sonido de las olas rompiendo sobre la arena se acercaban claramente en un suave rumor hasta nuestros oidos.
En un extremo del claro una vieja casa, casi una choza, pintada en vivos retales de colores, parecía dar la bienvenida a la gente que se agolpaba al rededor.
El sonido de los tambores se hacía ahora perfectamente definido pudiendo verse dos más pequeños que flanqueaban un gran jambé en el centro mientras tres hombres , únicamente vestidos por un ligero pareo, marcaban sus ritmos con las baquetas y las blancas palmas de las manos, en un suave y agradable murmullo de percusión.
Varias mujeres y hombres bailaban salpicados entre el fuego de las hogueras, reflejando los tonos cobrizos de sus llamas en los desnudos torsos caoba bruñidos por el sudor de la humedad.
Un hombre esbelto , con el pelo ensortijado y canoso al que veíamos de espaldas, se afanaba en bañar, con un cuenco de agua clara, a varias mujeres desnudas ayudado por un grupo no menos nutrido de mujeres, ataviadas con blancos vestidos y pañuelos multicolor.
  • Es el Hugan , está acabando los rituales de purifiación ayudado por las mambosas.
Nos comentaba Tatine, encaminando sus pasos hacia el lugar.
A cada paso, desconocidas manos nos acercaban botellas de las que, a pequeños pero constantes sorbos, todos iban bebiendo el dulce Klerec, una especie de aguardiente de caña parecido a un Ron que, aún sin envejecer, se dejaba beber con un paso suave en las gargantas.
Ya más cerca pudimos observar como las mujeres limpiaban minucosamente sus sexos ayudándose las unas a las otras, con un líquido macerado en diversas hierbas que extraían de recipientes y botellas.
El Hugan se lavaba ahora las manos y , secándolas con una blanca toalla de algodón, se volvió lentamente hacia nosotros.
Sus palabras comenzaron a fluir mientras se giraba antes de vernos, como conociendo nuestra presencia justo tras el.
  • Me alegra que se hayan decidido a venir
El habla pausada de Hantouk, acompañada de una abierta sonrisa de bienvenida, nos dejó sorprendidos a todos ,..., menos a Pierre y a Samantha que , con una extraña naturalidad , parecieran esperar no solo su presencia en aquella ceremonia sino su importante papel en la misma.
Hantouk y Pierre se abrazaron entonces acompañando el fuerte gesto de una sonora carcajada que se impuso sobre el sonido de los tambores y los cánticos, para, a continuación , besar efusivamente a Samantha en sus dos mejillas.
  • Ciertamente esta mañana me costó mucho interpretar mi papel y no darte este abrazo querido amigo.
  • Nos hubiésemos perdido esta maravillosa cara de sorpresa en tus amigos, ja,ja,ja.
  • Hantouk y yo fuimos compañeros en la universidad, en París, y compañeros de cuarto en la residencia, hemos vivido ya muchas historias juntos.
  • He de dejaros ahora para ocuparme de la ceremonia. Hoy llamamos al espíritu de Erzulie y hay que estar especialmente atentos pues aunque es una Loasa Rada, no deja de presentar una cara Petro que hay que saber controlar. Luego nos vemos.
Hantouk se encaminó con paso suave hacia el primer grupo de danzantes, mezclándose con ellos en sus cantos y en la bebida del Klerec.
Fué entonces cuando Pierre comenzó a explicarnos que la invocación de aquella noche era un rito muy especial que se realizaba una vez al año y en el que se llamaba a la Loasa Erzulie, segunda esposa del grán espíritu Dambala, a quien se invocaría previamente pues el era la llave para que las puertas de los loas se abriesen hacia los vivos.
Curiosamente Dambala tenía dos esposas, la primera Aida Wedo que representaba los valores de la fecundidad y maternidad y una segunda Erzulie que encarnaba el espíritu de la sensualidad , la belleza y el erotismo y a la que se pedían los favores del amor y de la seducción.
El ceremonioal Vudú había empezado por la mañana con los actos de purificación de los Iniciados, únicos cuerpos capaces de recibir a los espíritus, y con la limpieza de los animales que habían de ser sacrificados.
En sí , todo lo demás no estaba ya sujeto a ninguna regla o rito, sino que era un fluir de cánticos, tambores y danzas, de expresión y de llamada, en la espera de que acudiesen los Loas a la invocación.
El tiempo transcurría en un creciente ritmo de tambores y en la ingesta constante de Klerec que comenzaba a aturdir nuestros sentidos de una forma imprecisa. La sensación de estar flotando como parte del aire y del ambiente comenzaba a invadirnos y allí sentados en el suelo junto a las hogueras observábamos como nuestros espíritus se iban mezclando con las danzas en una especie de abandono terrenal de nuestros torpes cuerpos.
La posesión del Gran Toro llegó, de repente, de una forma natural y embriagadora que hacía que la sangre de aquellos animales y su agonía penetrasen ávidamente en nuestros cuerpos casi como un alimento esperado, como una especie de cálido refugio que reforzaba la embriaguez de nuestras mentes.
Los ritmos de las danzas crecieron entonces en un frenético paroxismo y aquí y allá los danzantes representaban en sus bailes inconscientes, escenas de sodomía entre hombres, de penetración con las mujeres apoyadas en los brazos mientras sus piernas rodeaban fuertemente las cinturas de los ellos en un abrazo al son de los tambores, de cálidas y voluptuosas nalgas que ofrecían su sexo levantando los pareos, retorciendo los cuerpos para mostrar los muslos relucientes de ébano y los eniestos falos rozándose y frotándose en la piel o apretados entre firmes manos.
Aunque todo eran danzas y no existía un sexo explícito en los actos, la sensación de ese erotismo y sexualidad nos iba invadiendo plenamente. Nuestras respiraciones se agitaban y notaba las manos sudorosas y tensas de Gloria aferrando las mías y su ritmo y palpitar crecientes , sentada junto a mi en un , cada vez más intenso, balanceo de su cuerpo.
En un instante noté encenderse mi sexo de una forma irreflexiva y dulce y como el deseo crecía apasionadamete en mi interior. Observé a mis amigos y noté como Alejandro y Paloma se encontraban absortos y embebidos en un estado similar y cómo Samantha y Pierre parecían bailar, firmemente pegados, al ritmo de las sensuales notas de los timbales.
Una repentina tensión sobre mi mano.. y las uñas de Gloria se clavaron profundamente en mi piel. Todavía aturdido un instante ,mi mente tardo en reaccionar lo justo para , al volver mi torso hacia ella , ver como su cuerpo se arqueaba y como un resorte giraba sobre si mismo estirándose para comenzar a caer , completamente rígido, como un árbol recién cortado.
Sin poder reaccionar vi como los fuertes brazos de Hantouk la recibián justo antes de tocar el suelo. Como su cabeza se extendía hacia atrás en una tensión indescriptible y sus ojos parecián girar sin control de un lado a otro, como buscando algo infinitamente más rápido que su mirada.
La mano de Hantouk arrodillado, sujetó su frente fuertemente apoyando su espalda contra su muslo mientras Tatine , sujetando fuertemente sus tobillos, intentaba detener el incontrolado movimiento de sus piernas . Las manos de Gloria se aferraban a la tierra arañando la hierba y sus caderas oscilaban provocativamente de un lado a otro separando las rodillas todo lo que las firrmes manos de Tatine le permitían.
Un círculo de mambosas e iniciados , aún danzando, se había cerrado rápidamente en torno a la escena, mientras los tambores, los cánticos y las danzas iban adquiriendo un ritmo desenfrenado y creciente y el rostro de Gloria pasaba por mil expresiones que yo jamás había conocido en ella.
El sudor hacía brillar todo su cuerpo.
Tatine levantó su vestido y , arrancando el tanga de un solo movimiento con su boca , aspiró profundamente el olor de su sexo.
Las miradas de Hantouk y Tatine se cruzaron y estas, a continuación con las de las mambosas que , arrodillándose en torno al cuerpo de Gloria , comenzaron a recorrerlo con sus manos bajo la atenta mirada del Hugán.
Poco a poco, en un tiempo interminable y lento, el cuerpo de Gloria fué entrando en un plácido desmayo para quedarse rota y desmadejada sobre la hierba.
El Hugan la levantó en sus brazos y , mirando fíjamente a Samantha , la depositó suávemnete dormida en el arrullo de su cálido pecho.
Los Loas y Loasas prolongaron sus visitas hasta las primeras luces del alba , entre los cánticos, , los tambores, las risas y las danzas mientras mi mente vagaba perdida entre la contemplación de Gloria y el confuso recuerdo de los instantes vividos.
La vieja caravelle se había detenido frente a la puerta del Hotel. Habíamos realizado el viaje en silencio, escuchando las explicaciones de Hantouk mientras Gloria yacía, plácidamente dormida aún, entre los brazos de Samantha.
  • No es frecuente que Erzulie decida comunicarse a través de un no iniciado, es algo sumamente extraño. Afortunadamente su presencia era de bondad y solo hemos tenido que invitarla a salir y comunicarse con otros cuerpos. Tatine le ayudara a subir a su esposa hasta la habitación, es bueno que descanse. Nosotros le esperaremos para desayunar en el salón y poder explicarle bien lo que ha sucedido.
Dejamos a Gloria durmiendo plácidamente sobre una fresca cama recién preparada. Su cara se veía completamente relajada al igual que su cuerpo desnudo y tan solo el intenso rojo de sus labios parecía guardar memoria de los instantes que había protagonizado aquella noche y que jamás conservaría en su recuerdo.
Tatine contemplo su cuerpo desnudo sobre las blancas sábanas y , cubriéndolo delicadamente con la sábana de cobertura, me miró y ambos salimos de la habitación camino del salón.

Los cuentos mágicos (relatos) ACTO V

ACTO V
El olor a mar impregnaba ahora el bosque y se oía cantar a las rocas de los acantilados, el mordiente romper de las olas.
Una leve bruma flotaba en rotos girones entre los árboles y la brisa mecía suavemente las hojas y las ramas en una especie de danza sinuosa que evocaba silencios y gemidos en el aire.
Los labios de la mujer de pelo ensortijado mordisqueaban ahora los míos, jugueteando en las comisuras con su lengua. Notaba el sabor al sexo de Gloria todavía en su boca y rebañé los jugos con la mía degustando el placer de ese sabor a sexo que tanto me excitaba.
Los agradables sabores y olores familiares de Gloria acentuaban más las sensaciones y el placer y mi miembro volvía a crecer en un latido constante de fiebre que hacía fluir la sangre a borbotones hinchandolo, inyectada, hasta marcar todas las venas dilatadas en su piel.
Con los ojos cerrados, las sensaciones en mi cuerpo eran como alfileres que erizasen sus poros en cada leve roce con ese cuerpo magnífico que ahora , sentado sobre mis caderas, se inclinaba rozando mi pecho con esos duros pezones que apenas si rozaban los mios haciendo emerger un caudal de estremecimiento que apenas podía contener el dolor en mi sexo.
Todo era tan lento , tan suave , tan pausado ..., que cada movimiento se convertía en un intenso y profundo instante interminable.
Abrí los ojos y vi a Samantha con sus manos apoyadas en mi pecho y el pelo negro cayendo sobre sus hombros pétreos. Una leve elevación de sus caderas y la punta de mi polla comenzó a jugar suavemente en las caricias de sus labios, lubricando con sus jugos toda la cabeza en un suave ritmo de roces inconfesables que hacían estremecer nuestros cuerpos en un continuo baile de suspiros y jadeos.
Sus ojos miraban fijamente a los míos en un cruce de azabaches incandescentes que expresaban lo que las contenidas palabras no acertaban a pronunciar siquiera.
Mis manos sujetaron firmemente la redondez de sus voluptuosas caderas fijando el movimiento lo justo para que mi poya empujase firmemente la entrada a sus infiernos , notando el ardor de su interior y la presión del estrecho cuello en el grueso glande. Acentué la presión y como un corcho de champagne sentí la entrada en una impulsión potente que replegaba la piel y dejaba el glande al descubierto en su interior.
Un profundo suspiro acompañó la entrada y sus muslos se apretaron en mi torso en un abrazo tan mortal y animal que me obligó a contener la respiración.
El joven se había incorporado a un lado y ofrecía a Samantha una dulce poya, blanca y esbelta, que, en todo su esplendor, introducía en su boca mientras Gloria , aún recostada sobre el musgo , lamia y mordisqueaba sus huevos con auténtico deleite dejando escapar, entre cada chupada y mordisqueo, furtivas miradas de sonrisas cómplices hacia mis ojos.
Un intenso calor invadía nuestros cuerpos y sentía el palpitar de sus nalgas contra mis muslos en un ritmo, cada vez más creciente ,de profundas embestidas.
Gloria se incorporó y apoyando sus manos en los hombros de Samantha con un dulce gesto , comenzó a mordisquear el cuello apartando su pelo a un lado de su cuerpo. La poya del joven repartía ahora su dureza entre los labios y los besos y las lenguas de aquellas dos mujeres. Yo , aferraba firmemente entre mis manos los pechos de Samantha mientras nuestras cinturas bailaban, ahora ,en una profunda penetración sostenida, los ritmos de un roce máximo y magnífico que en movimientos de rotación y de vaivén nos hacían sentir plenamente el calor y la fiebre de nuestros deseos.
Mi mente se había evadido por completo de los recuerdos haitianos.
Invadida de nuevo la noche por el penetrante ambiente sexual de las caricias y los olores y los gemidos que cada vez pedían más de nuevo , la gente parecía cobrar nuevas vidas en una especie de resurrección de los cuerpos tendidos.
Aún parecía quedar bastante para que el alba asomase en su prístino blanquear de las penumbras y las sombras.

Los cuentos mágicos (relatos) ACTO IV

 ACTO IV
Encendí un cigarrillo y observé a Samantha que ahora contemplaba el mar , de espalas nosotros, apoyada en sus antebrazos sobre la baranda , sujetando entre sus dedos entrelazados la copa de Armagnac aún medio llena, con su largo pelo que , trenzado en finas cuerdas de azabache, caía sobre la espalda para perderse en ese esas imponentes nalgas marcadas perfectamente en cada pliegue de su ligero y entallado vestido haciendo inevitable su detallada contemplación, previa al recorrido interminable de sus magníficas piernas.
Paloma se levantó de su silla. Aún calzando unas delicadas y sencillas toreras, su elevada estatura se hacía más imponente desde la profundidad de mi asiento , lo que me obligó instintivamente a pasar, de mi posición plácidamente recostada, a una posición más erguida y digna.
Los hombres somos así de simples en nuestros comportamientos instintivos.
  • Voy al servicio..., ¿alguna quiere acompañarme?
Su deliciosa voz aterciopelada era un regalo para los oídos y , escuchada desde allí abajo, parecía surgir , escondida , desde detrás de las dos maravillosas montañas que formaban sus abundantes pechos y que apenas me dejaban vislumbrar su rostro.
  • Yo te acompaño amor
    Dijo Gloria incorporándose y abandonando así sus suaves caricias en mi mano
  • Yo también me acerco, así me refresco un poco antes de ir a la ceremonia.
La incorporación de Samantha se veía inevitable. Nunca he llegado a creer eso de que las mujeres van juntas al servicio por sentirse más seguras o arropadas ni porque alguien les cuide el bolso ni cosas así. Si me pongo a recordar … en más de una ocasión he visto volver a Gloria de esas excursiones a los baños con las mejillas enrojecidas y evidentes signos de sofoco que poco tienen que ver con los menesteres típicos del aseo y , en cualquier caso, siempre tienen cosas que hablar que los hombres no debemos oír.
Mientras pensaba en estas zarandajas algo debió translucir mi gesto para que Pierre, que en su desdén afrancesado siempre parecía estar ausente pero observaba incesantemente cada detalle humano y divino que le rodeaba, me espetase.
  • Esa sonrisa que crece en tu rostro … ¿se debe a las caricias de Gloria, …, al culo de Samantha o a los maravillosos pechos de Paloma?
    El trago de Armagnac que acababa de dar apurando mi copa, se me atragantó de repente inflando mis carrillos en un inútil intento de contención que acabó en una explosión pulverizada de la bebida sobre el blanco mantel de la mesa.
  • JA,JA, JA, JA, No te apures hombre!!!, la vida está llena de placeres para los sentidos que hay que saber degustar , JA, Ja, Ja, ja
El estruendo de la sonora carcajada de Alejandro había venido acompañado de un no menos estruendoso manotazo en mi espalda que me había dejado doblado sobre la cintura y , lejos de aliviar mi atragantamiento, comenzaba a ahogarme en una tos ronca y seca que apenas me permitía coger aire para respirar.
  • Así es mi buen Alejenadro, así es, la vida está plagada de rituales con sus matices, con su símbolos, con sus señales,...
Mientras Pierre y Alejandro proseguían con la conversación en ese afán por debatir que tanto aporta a las sobremesas, yo intentaba sosegar el ánimo y el cuerpo con el fin de recuperar mi capacidad respiratoria habitual.
Mis pensamientos se fueron entonces , quizás guiados por el creciente ritmo de los tambores, a la conversación que habíamos tenido esa misma mañana con el director de nuestro hotel y que , en definitiva , había sido el motivo de que ahora estuviésemos allí cenando en un coqueto restaurante de la bahía de Cap Haitien.
Nos encontrábamos esperando a las mujeres, tras el desayuno, en el salón principal charlando animadamente con el director en esa mezcla de conversación, típica de los turistas europeos, que pretende abordar , en un instante, todos los temas referentes a economía, cultura , política y costumbres del país.
Hantouk , un hombre negro , de físico típicamente haitiano, edad madura ya rondando los cincuenta y carácter serio y grave pero afable, nos daba todo tipo de explicaciones sobre una nación que había sufrido el infortunio constante de la precocidad.
Una mirada involuntaria de cierto recelo hacia Pierre le hacía obviar en sus explicaciones , de forma demasiado evidente, el recelo que aún sentían contra los franceses en su fuero interno sin ocultar una cierta nostalgia en el pensamiento de como hubiera sido la historia de su país de no haber dejado los españoles en manos francesas su mitad de la isla La epañola.
Recordaba que me había parecido curioso observar como Pierre, lejos de sentirse incómodo o molesto, cosa que hubiese sido más acomodada al clásico carácter chovinista de los franceses, demostraba un interés tal en las explicaciones de Hantouk que , poco a poco , convirtieron el recelo de este en una entregada confianza.
Hantouk nos explicaba, a grandes rasgos, las distintas etapas por las que había atravesado su país y su pueblo, como habían influido las mezclas y culturas africanas de los esclavos, con la diezmada población aborigen y el sometimiento primero a los colonizadores españoles y luego a los franceses para , una vez conseguida la independencia y abolida la esclavitud , caer en la ruina económica de una república independiente que, sin la mano de obra barata de la esclavitud , sin dirección ni rumbo, se había tambaleado como una borracha entre los intereses de todos y el nulo interés propio.
La conversación ya monopolizada a esas alturas por Hantouk y Pierre nos fue llevando progresivamente hasta los tiempos más modernos en que el acceso a la presidencia del país de Jean Baptiste Aristid había supuesto, unos años atrás, un hilo de esperanza, hasta que el antiguo sacerdote y teólogo de la liberación había sufrido el derrocamiento definitivo no ya por parte de aquellos que ansiaban el poder sino por los intereses de los países extranjeros que , con sus continuos bloqueos económicos, habían hundido cada día más sus esperanzas.
  • Ahora, con esta lamentable ocupación por los cascos azules , ya solo nos falta un cataclismo natural para acabar con toda la nación.
El hondo tono de desesperanza y la expresión decaída de aquel hombre de recio cuerpo y mente cultivada, nos hizo comprender al instante la rotunda gravedad de los momentos que allí se estaba viviendo.
  • Pero el nuestro es un pueblo de fe.
Remarcó levantando orgulloso la cabeza y respirando profundamente.
  • Más bien de muchas , variadas y mezcladas fes
Replicó Pierre dejando una pregunta flotar en el aire
  • Es un pueblo en realidad de una sola fe donde la gran mayoría es fervientemente católica y la creencia general en un Dios supremo está firmemente asentada
  • Sin embargo, prácticamente la totalidad de la población sigue los ritos y creencias del Vudú.
  • Cierto, EL Vudú en Haiti es una realidad paralela, pero no una realidad como contemplan de manera deformada los turistas y el mundo exterior. Al igual que el “flamenco español” tiene poco que ver con lo que se muestra en las películas americanas o en los espectáculos que se dan en algunos locales para turistas, el Vudú que conoce la mayoría de la gente , rodeado de mitificaciones en torno a la magia negra, a muñequitos pinchados con alfileres y zombis pululantes sin control invocados para el mal, es una pura irrealidad en nuestras convicciones.
    El pueblo haitiano , como he explicado, tiene unas firmes creencias en un Dios de bondad supremo y desde este prisma hay que contemplar el Vudú como un rito y creencias que no sustituye a dicho Dios sino como algo paralelo, más cercano a su realidad cotidiana, a las cuestiones reales como la salud, el amor, el trabajo,..., las cuestiones mundanas con las que es innecesario molestar a Dios, pues este está para ayudar a orientar las cuestiones del alma, se encomiendan a los espíritus o Loas.
Hantouk prosiguió así explicándonos como los haitianos eran fervientes católicos practicantes y sin embargo , en sus casas, mantenían altares a los espíritus y , tras ir a su misa diaria, por la noche era fácil verlos asistir a ceremoniales Vudú.
Cómo en estos rituales , dirigidos por un sacerdote o Hugán , se hacían ofrendas de alimentos y sacrificios animales y se invocaba a los espíritus no para rezarles como a los dioses sino para hablar con ellos y tratar así de resolver los asuntos más cotidianos y comunes con su ayuda.
Existían dos tipos de Espíritus , los Rada , provenientes da África ,que eran espíritus buenos y positivos y los Petro o descendientes de los habitantes ya nacidos en el país y que habían sido resistentes a la dominación y a la esclavitud y eran de carácter violento y agresivo. El Hugán, ayudado por un grupo de Mambosas o sacerdotisas controlaba el ritual y , no sabiendo el espíritu que acudiría primero, pero si con capacidad de reconocerlos, invitaba a irse a los espíritus no deseados para dar acceso solo a aquellos que eran invocados y bienvenidos.
  • Como veo que les interesa les aconsejaré que cenen esta noche en Cap Hatién. Hoy se celebra allí una ceremonia Vudú a la que normalmente acceden pocos turistas y en la que se invoca el espíritu de Erzulie , segunda esposa de Dambala y símbolo de la belleza, la sensualidad y la seducción.
Escribió una dirección y un nombre en un papel y se lo tendió a Pierre.
  • Pregunten por Tatine, el les atenderá estupendamente y les acompañará luego al lugar de la ceremonia. Sólo díganle que van de parte de Hantouk.